Viernes, 04 Mayo 2018 00:57

Debate sobre el aborto: desde el Austral aseguraron que el feto siente dolor desde el segundo mes de gestación

Investigadores del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (IIMT) dependiente de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y CONICET, efectuaron un análisis sobre la capacidad del feto para percibir y reaccionar al dolor.

Profesionales del Hospital Austral, en el marco del debate del aborto legal, aseguraron que el feto siente dolor desde el segundo mes de gestación.

“Uno de los argumentos utilizados para negar al embrión su condición humana es afirmar que carece de un sistema nervioso con mecanismos cognitivos y perceptivos desarrollados. Sin embargo, la ciencia muestra que los fetos son seres con capacidades perceptivas, por ejemplo, para la voz de su madre y para el dolor”, indicaron desde el Austral.

“Nuestra cultura se enorgullece de evitarle sufrimiento a cualquier individuo, humano o no. Inclusive existen leyes que restringen el sufrimiento de animales. Paradójicamente, estas consideraciones no se tienen en cuenta en las discusiones a las que estamos asistiendo estos días”, añadieron.

Así, desde el centro asistencial privado indicaron que “las investigaciones en neurobiología claramente muestran que las células que forman el sistema nervioso primordial tienen características neurales desde los primeros momentos del desarrollo”. “El feto posee receptores del dolor desde la 8a semana de gestación y responde con reflejos motores de alejamiento a pinchazos y otros estímulos que lo afecten. Publicaciones recientes muestran que la experiencia sensorial en el período prenatal influencia la conectividad del sistema nervioso adulto (Weis y colegas, PNAS, 2017). Y un reciente caso de cirugía fetal mostró que fallas en el protocolo de anestesia produjeron una desestabilización cardíaca del nonato, que es un signo de dolor fetal; la corrección de la falla condujo a la desaparición de la desestabilización (Mayorga-Buiza y colegas, Child´s Nervous System, 2017)”, expusieron los profesionales Marcelo J. Villar y Pablo Brumovsky.

“Algunos investigadores sostienen que para sentir dolor es necesaria una corteza cerebral desarrollada. Sin embargo, se sabe a ciencia cierta que el dolor se integra a niveles subcorticales, es decir, sin necesidad de la integridad de la corteza cerebral. Esto se puede observar en los recién nacidos anencefálicos, niños que nacen sin su corteza cerebral y que reaccionan a estímulos dolorosos. En suma, sabemos que desde etapas muy tempranas del desarrollo el feto responde a variaciones del medio intra- y extrauterino, incluyendo a los estímulos dolorosos. Más aún, los fetos de entre 20 y 30 semanas sienten dolor más intensamente que un recién nacido por su carencia de mecanismos endógenos desarrollados para la inhibición del dolor. Podría discutirse si esa respuesta humana al dolor es de índole consciente. Sin embargo, más allá de la capacidad empática de todo ser humano, el sentir es una experiencia intransferible, con lo cual es imposible saber con certeza qué siente otro individuo. Tal incapacidad es real, también en relación a la percepción del embrión”, agregaron.

A su vez, los médicos se preguntaron: “¿Cuál es entonces la responsabilidad y el derecho de los padres del nuevo ser? ¿Cuál la del médico que sigue la evolución del embarazo? La mujer merece la información más acabada y certera de la condición del hijo en desarrollo que lleva en su vientre. Debe tener la oportunidad de poder ver mediante ecografía que ese nuevo ser humano que lleva adentro se mueve, y saber que responde al tacto desde la 8a semana y que el corazón late ya a los 21 días de gestación”.

“Independientemente de la posición de cada uno respecto de la libertad de la mujer para elegir el aborto, la terminación de la vida del feto es un concepto repulsivo para muchísimas personas, sean o no abortistas. Más aún, en los países en los que la ley se aprobó hace varios años, comienzan a surgir serias objeciones con base en las nuevas tecnologías que hacen factible la viabilidad y la supervivencia del nuevo ser en etapas cada vez más tempranas del desarrollo, y a considerarse otros factores como su capacidad para percibir y reaccionar al dolor”, concluyeron.

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