La fiscalía y el particular damnificado pidieron una pena de veinte años de prisión para Ricardo Baladia, el escribano que en Morón asesinó en 2020 al jardinero Miguel Pereyra, y de cuyos restos intentó deshacerse en el Río Luján, a pocos metros de la Basílica.
Durante la segunda jornada del debate que se desarrolla en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 del Departamento Judicial Mercedes, la Fiscalía de Juicio, a cargo de la doctora Valeria Chapuis, señaló que “se encuentra acreditado que entre las jornadas del 12 y 13 de mayo de 2020, el imputado Baladia le dio un puntazo con un arma blanca a Pereyra, provocándole la muerte; ocurriendo esto en su oficina del rubro escribanía en la calle Almirante Brown de la localidad de Morón”, cita el semanario El Civismo.
Cometido el crimen, de acuerdo con la fiscal, el imputado desmembró el cuerpo de la víctima con distintos elementos cortantes para colocarlo en su vehículo un BMW 528. Luego se dirigió hasta el río Luján, donde comenzó a descartar el cuerpo. Fue allí que el hombre fue sorprendido por personal policial.
Al término de su exposición, la fiscal solicitó que se condene a Baladia a la pena de 20 años de prisión por el delito de “homicidio simple” en calidad de autor. Los abogados de la familia de la víctima coincidieron con el planteo de la fiscal. En cambio, los defensores solicitaron la absolución del acusado y que se lo califique como homicidio en estado de “emoción violenta”, con una condena de tres años.
El crimen del jardinero
El escribano Ricardo Baladia, de 56 años por entonces, fue sorprendido por efectivos de la policía bonaerense a mediados de mayo de 2020, en plena pandemia, cuando intentaba deshacerse del cadáver desmembrado de su jardinero en el río Luján. En el lugar, había manchas de sangre esparcidas en el suelo, partes de masa encefálica y una valija con los restos descuartizados de un ser humano.
Según El Civismo, a pesar de la restricción para transitar por la cuarentena que apenas tenía un par de meses de vigencia, Baladia había llegado hasta allí desde Morón con su vehículo, un BMW modelo 98. Dentro del auto se encontró un DNI que sirvió para identificar a la víctima, Miguel Alejandro Pereyra, un jardinero de 42 años que vivía en Castelar, a unas pocas cuadras del domicilio familiar de los Baladia, en Morón. Según trascendió después, Pereyra trabajaba para su asesino.
Tras ser sorprendido, el acusado primero aseguró que estaba desorientado, perdido, bajo tratamiento psiquiátrico. Pero después contó una historia a los policías, algo que finalmente no validó en su indagatoria: dijo que su víctima había entrado a robarle al estudio que tenía en Morón, que le disparó para defenderse y que luego desmembró el cuerpo, siempre de acuerdo con la reconstrucción que publicó El Civismo de Luján.
Según la autopsia, no obstante, Pereyra no murió por un disparo, sino por una puñalada de un cuchillo de filo único que afectó el corazón y los vasos vitales. Después, el cuerpo fue desmembrado con un objeto similar a un hacha, o una sierra, de acuerdo con el tipo de cortes, laceraciones encontradas. Siempre según El Civismo, a los forenses les llamó la atención la cantidad de lesiones posmortem detectadas y consideraron el hecho como una obra “morbosa”, que demostraba “odio” y que era producto de “una mente perturbada”.
En la escribanía donde Baladia le dio muerte a Pereyra, en la calle Almirante Brown 1085 de Morón, se encontraron manchas de sangre y se secuestraron vainas servidas, un cuchillo y una hidrolavadora. (DIB)