La Justicia intenta determinar con quién se relacionaba el ingeniero Roberto Eduardo Wolfenson, golpeado y ahorcado en su casa del country La Delfina, de Pilar.
Los investigadores no descartan ninguna hipótesis en el móvil del crimen, por lo que además del robo, que de momento carece de solidez, también se apunta a conocer si la víctima, de 71 años, tenía algún problema de índole familiar, laboral o con amigos y allegados.
En ese sentido, aún se analizan minuciosamente los movimiento bancarios del ingeniero, al tiempo que se pidieron informes al Banco Central para conocer las transacciones de todas las cuentas, incluso las radicadas en el exterior.
Los peritos, en tanto, siguen analizando dos computadoras, una de ellas a la que accedió la hijastra de la víctima posterior al crimen, y se esperan los resultados de estudios de ADN que se pidieron sobre un pelo que se encontró en el escena del hecho, además de rastros extraídos debajo de las uñas de Wolfenson.
Además, en las próximas horas declararán amigos íntimos de Wolfenson. Los pesquisas quieren conocer todo el entorno de vínculos de la víctima.
Mientras se revisan decenas de DVDs con las imágenes de las cámaras de seguridad, tanto del country como las públicas, para los investigadores habría una certeza.
Wolfenson fue atacado por un hombre robusto, fuerte, que además es extremadamente prolijo.
Es que sigue llamando la atención el nulo desorden que se encontró no solo en la casa, sino también en la habitación donde se encontró el cuerpo.
“La médica legista consideró que el asesino es una persona de gran fuerza muscular y grande. No descartó que pudiera ser una mujer, pero es difícil”, señalaron fuentes del caso a Infobae.
“La prolijidad de la escena del crimen es extremadamente llamativa”, agregaron.