José Eduardo Clapier (73) está en un estado crítico. Sufrió tres accidentes cerebro vasculares que le han dejado diferentes secuelas. El último fue el más grave: lo dejó sin poder caminar, está obligado a hacer reposo permanente y no tiene control de esfínteres.
Hace casi un año y medio que espera que el PAMI le entregué una cama ortopédica, no solo para facilitar la tarea de su hijo Nazareno quien, dada su condición debe cambiarlo, alimentarlo y vestirlo, sino también para que -por el comando manual o a control remoto- sea más sencillo sentarlo o levantarle las piernas para facilitarle la circulación y poder moverlo con mayor facilidad para evitar que se le generen escaras.
Sin embargo, desde la obra social hace más de un año que no le entregan el pedido, que cuenta con el correspondiente número de expediente, y según habían dicho tardaba cuatro meses como máximo.
“La primera vez que fui al PAMI (en febrero de 2017) me tomaron el trámite, dijeron que era un trámite difícil. Pero que como mucho tardaba cuatro meses. Sin embargo, hace más de un año que estamos esperando la cama para su comodidad y no llega”, explicó Nazareno, quien vive en Monterrey, Derqui, a Pilar de Todos.
“Fui muchas veces a las oficinas de la obra social y ante mi insistencia, las empleadas del lugar me dijeron que no vaya más, que ellos me iban a llamar. Me explicaron que todo estaba atrasado, que no me preocupara. Pero hasta ahora no me sonó el teléfono y cada vez que voy el discurso es el mismo”, agregó.
La cama ortopédica, más allá de la indicación médica, es una cuestión de seguridad. José Eduardo muchas veces intenta moverse solo a pesar de sus limitaciones, cae al suelo, sus dificultades para hablar no le permiten gritar y pasa así mucho tiempo hasta que el hijo va a atenderlo.
“Yo me encargo de él. Le doy el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena. El vive atrás de mi casa. Tengo que atender a mis hijos y mis obligaciones también. Estoy pendiente pero, a veces llego y lo encuentro tirado en el piso. Capaz pasa una hora así. Si tuviera la cama que viene con barandas. Eso no pasaría”, aseveró.
Además de este inconveniente, que arrastra desde hace un tiempo y no encuentra una solución, Nazareno comentó un problema que sufre dada la mala calidad de los pañales para adulto que otorga el PAMI de manera gratuita: “Nos vemos obligados a comprarle otros. Son tan malos que se paspa y hay que gastar en cremas que no están cubiertas, o se pasa y hay que cambiar las sábanas, y moverlo. Mas que una solución, porque uno no los paga, representan un problema”, expresó.
Después de eso. Hace silencio. Los ojos se le llenan de lágrima y hace una profunda reflexión.
“Es mentira lo que dije recién, eso que son gratis. Mi papá aportó para tener la jubilación, que es destinada a cubrir los medicamentos que PAMI no le cubre por el último recorte, y hoy veo que esos años de sacrificio no valen nada. El servicio que le brindan es pésimo. Es ilógico que espere más de un año para tener algo que, dada la desgracia que sufrió, le ayude a tener, dentro de sus posibilidades, una mejor calidad de vida,” concluyó.