Para conocer a la Cooperativa Educativa Plumerillos hay que estar dispuesto a despojarse de todo lo que uno sabe hasta ahora, y hasta vivió, en en los ámbitos formales de educación, para darle espacio a nuestra mente para entender que existen otras formas de vivir el proceso educativo.
Plumerillos está ubicada en la localidad de Presidente Derqui, sobre la calle Sarmiento al 1800. Es un espacio que fue creado por un grupo de familias que sentían que las escuelas no les daban las respuestas que buscaban para la educación de sus hijos.
Se encontraban en cada experiencia con que no había un respeto de los tiempos de cada niño, por lo que crearon una cooperativa - que aún está en proceso de conformación formal -, propusieron un proyecto pedagógico que se ajusta a lo que establece la Ley y, en definitiva, rompieron los esquemas.
A Plumerillos, en la actualidad asisten 12 chicos de entre 4 y 11 años. Funciona en un sector de un campo que pertenece al abuelo de uno de ellos y ya llevan tres años de trabajo.
Todo, en Plumerillos es diferente a lo que actualmente sucede en las aulas de escuelas oficiales. En el aula domo, que recibe a diario a los chicos, no hay mesas o sillas, ellos no se sientan de a pares. No hacen una fila al llegar, no sacan sus carpetas y cuadernos, ni van con guardapolvo o mochilas. No hay dictado, no existe el ´saquen una hoja´, ni se toma lección.
Carolina Moyano, una de las docentes miembro del equipo pedagógico recibió a Pilar de Todos y contó cuáles son los objetivos de este espacio que se puso como meta respetar algo tan preciado como la infancia.
"Los que conformamos la Cooperativa Educativa Plumerillos nos fuimos encontrando en ese camino de buscar una escuela en la que sintamos que realmente se respeten los tiempos de los chicos y que respete lo que, en definitiva, dice la Ley de Educación: que todos aprenden de manera diferente y que la escuela debe dar las posibilidades para que se acceda al conocimiento en función de las maneras que tienen ellos de aprender", explica Carolina.
"Actualmente, el diseño curricular plantea cosas que en la práctica no se ejecutan. Dice, por ejemplo que el maestro debe buscar los métodos adecuados para cada niño y hoy eso no sucede, y lo que nos pasa es que en eso no queremos ceder: sentimos que la infancia es un momento muy importante y que la escuela debe ser un espacio diferente", completó la docente.
En resumidas cuentas, lo que buscan es "una escuela para nuestros hijos con una propuesta pedagógica respetuosa". En ese camino está Plumerillos, cuyo norte es justamente convertirse en una escuela oficial.
Un día en Plumerillos
El día en Plumerillos comienza a las 9 de la mañana y se extiende hasta las 13 horas.
Al llegar, los chicos tienen un tiempo de juego. "Juegan con lo que en ese momento necesiten: materiales, libros, juguetes, difraces, pelotas. Es un momento de transición entre el ritmo de casa y el ritmo grupal", explica Carolina a Pilar de Todos y agrega que la intención es que "el que viene cruzado, tenga su momento para descruzarse, el que está eufórico que pueda liberar su energía y el que viene con sueño que encuentre su lugar para apapacharse".
La actividad continúa con una ronda en la que se realizan ejercicios corporales. "Apuntan a la toma de conciencia del propio cuerpo", señalan.
Tras ello, llega algo que se instaló como rutina y que cuando no se concreta es reclamada por los chicos: una canción de Buenos Días. "Es inventada y tiene siempre que ver con la memorización. Se incluyen series numéricas, escalas, provincias y capitales, el abecedario. Siempre con contenidos que piden los chicos", cuenta.
A continuación, llega el momento del proyecto del día. El tema con el que van a trabajar y que, no de manera estructurada, abarca las diferentes áreas: Matemática, Ciencias Naturales, Prácticas del Lenguaje entre otras.
En Plumerillos, hay espacios para asambleas en la que se escucha el parecer de los niños, es decir, si la actividad les gustó o no o que sintieron a la hora de realizarla.
"Nadie está obligado a leer ni a hacer cuentas", explica Carolina, y dice que la asimilación de los conocimiento se va dando de manera natural.
"Vemos que los contenidos trabajados en el momento de proyecto luego aparecen en los momentos de juego. Y ahí aparece el ´quiero hacer cuentas, quiero leer un libro dificil´. Lo hacen porque tienen el deseo de hacerlo", remarcó.
El día sigue con una merienda, que es compartida y con la característica de que sea accesible para todos. Es un menú apto para celíacos que consiste en galletitas de arroz, dulces sin TACC y frutas.
Finaliza la jornada con un espacio de autoevaluación en la que los chicos contestan cuatro ítems: Si respetaron a los compañeros y maestras, si respetaron los acuerdos de la escuela, si trabajaron con ganas y si cuidaron los materiales.
Y al final la maestra lee en voz alta un cuento para todos. "Nos relajamos y solo por el placer de la lectura, que nos lean en voz alta. Es un momento muy preciado", relata la docente.
Plumerillos tiene entre sus objetivos trabajar de manera integrada y por eso, por ejemplo, asisten niños con diagnóstico de autismo.
"La realidad es que en las escuelas oficiales no hay vacantes para los chicos con autismo. Los colocan en una lista de espera y no los llaman más", comentó Carolina, quien agregó que esos niños cuentan con sus acompañantes terapéuticos que permanentemente están atentos a sus necesidades.
En la Cooperativa son conscientes de que no están reconocidos como una escuela oficial, sólo por una cuestión de requisitos edilicios, y por eso para acreditar y pasar de nivel, los alumnos rinden libres en establecimientos de la Ciudad de Buenos Aires.
Hoy, uno de los asistentes a Plumerillos está realizando su preparación para rendir 6to a fin de año.
"Nosotros lo preparamos para que pueda ir a ese otro lugar que tiene otra lógica y pueda responder", aseveró Carolina.
El cuaderno y los materiales
Todos los elementos que los chicos utilizan en las jornadas son compartidos y fueron adquiridos por la Cooperativa. Por eso saben que "todo es de todos".
Sí, cada uno tiene su cuaderno. Es liso, sin renglones y, a menos que algún niño lo pida, el cuaderno no va a la casa.
"Lo usamos como bitácora del camino que vamos recorriendo.No va a casa para que papá y mamá vean qué estuvimos trabajando. Lo usan si lo necesitan y no tiene intervención de la maestra. No hay corrección con birome sobre el trabajo de los chicos. Solo la hay cuando lo amerita y como acompañamiento, en él no ponemos ni bien ni mal", remarcó Carolina.
Con esas pautas de trabajo, Plumerillos avanza con la intención de hacer visible la posibilidad de que hay otros modos de "educar" a la infancia. Señalan que quieren ser ellos quienes elijan de qué manera hacerlo.
"La ley dice que los adultos debemos garantizar el acceso de los chicos a la educación, pero no a la escuela. Nosotros trabajamos en otra instancia entre lo público y lo privado: lo hacemos desde lo cooperativo y hoy, aquí nuestros hijos están recibiendo educación", cerró.