En el último año las consultas sobre hipertensión disminuyeron un 90% en los centros especializados. De cada 10 personas mayores de 65 años, 8 son hipertensas. El cuadro se agrava debido a que solo 6 de esos pacientes lo saben y 3 realizan sus controles periódicamente. El 17 de mayo se celebra el Día Mundial de la Hipertensión Arterial para concientizar sobre esta enfermedad.
“En este tiempo, la población de adultos mayores sufrió un gran impacto en su salud cardiovascular, psicológica y en la salud en general”, explicó el Dr. Sebastián Obregón, Jefe del Centro de Hipertensión Arterial y Envejecimiento Vascular del Hospital Universitario Austral.
Y aseguró: “Debido al temor por la infección pandémica, muchos han subestimado sus síntomas prefiriendo no consultar personalmente a los centros de salud, y ello promovió complicaciones relacionadas con el manejo inadecuado de la presión arterial y otras afecciones cardiovasculares”.
La hipertensión arterial, al afectar a todas las arterias del organismo, genera daño en todos los órganos en los cuales la circulación es el elemento fundamental para su funcionamiento. El aumento progresivo de la presión en las paredes de las arterias genera envejecimiento prematuro y daño estructural acelerado, sobre todo en las pequeñas arterias del cerebro y del riñón, actuando como una barrera de fuerza que impide el latido cardíaco con normalidad.
“El corazón tiene que hacer más fuerza para vencer la resistencia de la circulación y se fatiga más rápido. Habitualmente los pacientes no tienen síntomas en etapas tempranas, pero en personas mayores aparecen la fatiga, la inestabilidad al caminar, palpitaciones, alteraciones cognitivas o intelectuales y otros síntomas que habitualmente se asocian con condiciones propias o asociadas a la edad más avanzada”, detalló el Dr. Obregón.
Y aseguró que la recomendación es el monitoreo domiciliario del peso y de la presión arterial. “Con este promedio de las mediciones podemos ajustar las indicaciones de tratamiento para asegurar un rango de protección contra las complicaciones cardiovasculares, cerebrovasculares y renales, por supuesto ajustadas a la condición de cada persona. En general, se busca como objetivo que la presión arterial en el domicilio se encuentre por debajo de 135/85 mmHg, aunque hay individuos que requieren un control más intensivo por sus enfermedades asociadas”, sumó el especialista.
El control periódico de este grupo etario es fundamental para poder identificar, entre otras patologías, posibles complicaciones con la presión arterial. “La hipertensión es el principal desencadenante de la mayoría de las arritmias que sufre esta población y que también aumenta la posibilidad de sufrir una falla en la función cardíaca y daño en el cerebro y en las funciones intelectuales”, cerró el Dr. Obregón.