Condenado a prisión perpetua por el brutal asesinato de su esposa Claudia Schaefer, Fernando Farré habló desde la Unidad Penal 46 de San Martín donde se encuentra detenido.
En entrevistas brindadas a varios canales de televisión, Farré expuso sentirse también él una víctima, y manifestó que tuvo intentos de suicidio previos al crimen, y también en la cárcel.
"Pensaba no ir al juicio, no declarar, y mi única ilusión era leer esa carta para mis hijos. Que les llegara o que hubiera alguna manera de que ellos, en algún momento, recibieran esa carta que escribí hace más de un año", expuso Farré, en referencia a las misivas
“Estoy incomunicado con mis hijos desde el 20 de junio de 2015. Nunca se las entregué (a las cartas) porque no tenía los medios ni la seguridad de que les iban a llegar”, agregó.
En los diferentes diálogos que tuvo con los periodistas, Farré admitió que hizo un daño irreparable, pero intentó mostrarse `´el también como una víctima.
"No sé por qué maté a mi esposa. Sé que soy un asesino, que maté a mi esposa, la mujer que amé, y la madre de mis hijos. Le quedaban 50 años de vida, con sus hijos, con sus nietos, con sus parejas, con sus amigos, familiares, con quien quisiera vivir su vida. Hice un daño irreparable. No me sorprendió la condena, cuando llegué al penal tuve contención de psicólogos y de mis compañeros de celda. Tuve dos ideas suicidas, cuando me consideraba muy enfermo, en ese período en el que sucedió lo que sucedió”, añadió.
“Yo que soy culpable me considero víctima de esta situación. En un acto irracional fui víctima de mi propio acto. Si yo hubiera estado sano, eso no lo cometía, lo tengo claro. En última instancia, aparte de ser culpable, me siento víctima. Tuve dos intentos de suicidio de los cuales me salvó Claudia diciendo 'pensá en los chicos Fernando' cuando yo estaba por tirarme de una terraza y de un balcón. Eso fue en un período posterior al trauma por la pérdida del trabajo. Atribuí eso a un trauma, a un estado de salud inestable mental y física", continuó Farré desde el penal donde pasará el resto de su vida,
El femicida negó ser golpeador, y expuso que no dio cuenta de lo que había pasado hasta luego de varias semanas, cuando se vio en imágenes en televisión.
“Estuve un mes y medio con medicamentos, con vacunas intramusculares. No hablaba de lo que había pasado, no hablaba de nada. Luego cuando llegué, me preguntaron cómo estaba, era una nueva experiencia estar en la cárcel. Luego, viendo C5N, veo ‘74 puñaladas’ en un graph. Eso fue a fines de septiembre (de 2015)… No me reconocí. Ahí empecé a tomar cuenta de la realidad. No fui un golpeador de nadie, jamás le pegué a Claudia, jamás le pegué a ninguna mujer, casi que no le pegué jamás a ningún hombre, porque no era una persona violenta físicamente”, expresó Farré.
"A la autopsia la vi horrorizado y me sentía extraño, no me sentía autor de ese daño. Se empezó a hablar mucho de golpes para torturar, dibujar el cuerpo, es como que era Hannibal Lecter, que la hizo sufrir, la torturó, y después, el último golpe, se dio el gusto, matarla o degollarla. No tengo ningún recuerdo de un acto irreflexivo e irracional, que fue presentado por la fiscalía como un acto a sangre fría, cuando en realidad lo que ocurrió fue un acto a sangre caliente, porque a sangre fría se mata por la espalda, en la nuca, con un sicario, no delante de la madre, tratando de entrar, que casi se muere de un pico de presión. La verdad no recuerdo, y yo personalmente entiendo que la premeditación no existió, que a sangre fría no existió”, continuó Farré, aferrándose a lo que fue la estrategia de la defensa, la inimputabilidad por emoción violenta.
"Estoy convencido de que no soy un femicida. No vas a encontrar ninguna mujer en el mundo que haya dicho 'Farré me golpeó, Farré odia a las mujeres'. "Si me dicen '¿querés ir a la horca mañana?', estoy dispuesto, que lo autorice la Corte Suprema, quién sea", cerró.