El crimen de Roberto Wolfenson, asesinado en su casa del country La Delfina, sigue cubierto de una espesa bruma de incertidumbre.
Aún sin pistas firmas sobre él o los asesinos del ingeniero, la Justicia posó su mirada sobre los médicos de una empresa de emergencias que asistieron al lugar, el día en que encontraron el cuerpo.
Es que esos médicos, de la empresa Vittal, certificaron que la muerte de Wolfenson se debió a causas naturales debido a una arritmia que la víctima sufría.
No notaron algunas manchas de sangre que había en el lugar, un cuerpo secundario de la vivienda, y tampoco las marcas en las manos y el cuello.
La Justicia ordenó una autopsia, no obstante, donde se determinó que Wolfenson había sido asesinado al ser ahorcado con una tanza o cable muy fino.
Más irregularidades
Pero las irregularidades en torno a los primeros profesionales que vieron a Wolfenson no terminan en ese certificado de defunción que no advirtió ningún rastro del crimen.
Es que de acuerdo a datos difundidos por el periodista Diego Recchini, el profesional que firmó la constatación de óbito de Wolfenson, no fue a trabajar ese día. Al tiempo que el galeno que fue en la ambulancia habría dado una identidad falsa al anunciarse en la guardia del country La Delfina.
La Policía ordenó una serie de allanamientos para dar con ese profesional, en CABA, Lanús y Ostende, pero aún no pudieron localizarlo.
Además declaró en la causa una perito de la Policía Científica que revisó la escena del crimen previo a la llegada del médico de policía Marcelo Rodrigué, el que se equivocó al dictaminar muerte por infarto, consignó el sitio viaszeta.com.
La perito criminalística y en rastros aseguró en su testimonio que vio lo signos de defensa y algunos cortes en el cuerpo de la víctima y que por ende aseguró ante el médico Rodrigué que ella creía que había sido un homicidio, aunque él insistía en un paro cardíaco.