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Su hija fue trasplantada del corazón, tiene tumores cerebrales y pide ayuda para poder costearle la prepaga Candela tiene la prepaga OSDE, pero su papá no la puede sostener solo.
Jueves, 11 Enero 2018 02:36

Su hija fue trasplantada del corazón, tiene tumores cerebrales y pide ayuda para poder costearle la prepaga

La pequeña, de 8 años, tiene que continuar con varios tratamientos. Pero el papá se quedó sin trabajo hace casi 2 años.

Diego Gómez pide ayuda para poder mantener a su hija en la prepaga OSDE. En marzo de 2016, perdió su trabajo y a pesar de desempeñarse ahora 12 horas como remisero, le es muy difícil juntar los  ocho mil doscientos pesos que la prepaga le cobra para que su hija Candela, de 8 años, siga siendo tratada.

 

Es que la niña fue sometida a un trasplante de corazón a los seis meses de haber nacido producto de una Miocardiopatía Dilatada, además de sufrir actualmente otras patologías derivadas de un sistema inmunológico débil.

“A mi hija, a los seis meses le detectaron que tenía bajo los niveles de presión sanguínea. Hubo unos estudios que a un médico del Hospital Austral no le gustaron y por eso le detectaron la Miocardiopatía Dilatada. De no ser por la prepaga y por la intervención de ese doctor ella no estaría con vida”, contó Gómez, quien vive en Derqui,  a Pilar de Todos.

 

“La Miocardiopatía Dilatada lo que hace es volver débil al músculo cardíaco, lo alarga y la sangre no se oxigena como corresponde. Por eso mi hija se vio obligada a recibir el trasplante para poder seguir viviendo. La Fundación Favaloro se encarga de su tratamiento y OSDE se hace cargo de todos los gastos, que si yo los tuviera que cubrir sería imposible.”, agregó.

 

Pero al estar trasplantada, Candela presenta otros inconvenientes, por tener bajas las defensas. Tiene problemas pulmonares, en los riñones y producto de esa vulnerabilidad, a los seis años -luego de sufrir una grave cefalitis que la tuvo internada largo tiempo y al borde de la muerte- le encontraron tumores benignos en el cerebro. Son tratados con quimioterapia oral porque, a pesar de no ser malignos, deben ser quitados y evitar que crezcan.

 

“Los tumores son benignos, es cierto. Pero en la Fundación Favaloro nos explicaron que por estar ubicados en el cerebro hay que sacarlos y evitar que crezcan para que no haya mayores consecuencias”, explicó el padre de la menor.

“El tratamiento por ahora va bien, porque los tumores no han crecido. Pero, dada su naturaleza, la terapia a la que Candela es sometida es experimental y no han logrado eliminarlos, cosa que hay que hacer para que no tenga consecuencias en su desarrollo cognitivo a futuro”, agregó.

 

Cuando trabajaba en relación de dependencia Diego pagaba dos mil pesos por mes por la cobertura médica de su hija. Pero al desvincularse de la empresa para la que se desempeñaba, tuvo que pasar a ser afiliado de forma directa de la prepaga, lo que lo obliga a pagar ocho mil cien pesos.

 

Después de buscar trabajo de manera incesante y sin tener la suerte de conseguirlo, Diego arrancó como chofer de remis donde trabaja doce horas y aun así a veces no llega a juntar la suma que necesita para pagar la cobertura.

Por eso, manifestó que pretende hablar con el Intendente Nicolás Ducoté para que la comuna lo ayude a costear los gastos de Candela o bien le facilite la tarea de conseguir trabajo: “Yo no pido un plan social, ni nada. Lo que quiero es que el Intendente me escuche y me ayude a mantener OSDE por Candela, ya que si bien podría atenderse en un hospital público, los tiempo que ellos manejan y la calidad son distintos, sin ánimo de criticar a los profesionales, lo que presentaría un retroceso en su cuadro y sería muy difícil y peligroso para ella empezar de nuevo el tratamiento.”

 

El trabajo como remisero no representa un ingreso fijo, lo contrario. A pesar de su esfuerzo, Diego confesó casi con vergüenza que, muchas veces para poder pagar la prepaga debe recurrir a la ayuda de sus familiares, pero que ellos no siempre lo pueden ayudar porque la mano “está muy difícil”.

 

Hoy Candela tiene ocho años y vive en Trenque Lauquen, con su mamá María, de la que Diego se separó hace cinco años.

A pesar de la distancia y de la exigencia de su trabajo, Diego está en permanente contacto para saber de Candela, quien desde que recibió el trasplante pelea todos los días por su vida, lo que para él es motivo de admiración, emoción y orgullo.

 

“Muchos hablan de ídolos y nombran a futbolistas. Yo, cuando hablan, guardo silencio y les digo: para mí mi ídola es mi hija por todo lo que pasó con  ocho años. Luchó y lucha como una leona para mantenerse con vida”, concluyó entre lágrimas.

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